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Las Cartas de Shamballa

 VOLUMEN 9, Número 20                                                                                                       Mayo 19, 1987

 

El Morya 

Saludos, Mis Amados Amigos de las Edades, Yo los Amo. 

Es mi sentido deseo el poder instilar dentro de los vehículos mentales y emocionales de la humanidad la Cósmica Verdad de que la Voluntad de Dios para todos los seres creados es el BIEN. No hay tal cosa como un aspecto negativo para la Voluntad de Dios. 

El Poderoso y Sagrado “YO SOY” creó este planeta, lo colmó con el brillo del sol para que pudiese traer una abundante cosecha, creó los grandes mares y montañas e hizo caer la gentil lluvia. La enfermad, la vejez, la desintegración, la pobreza y la muerte misma son un insulto para el Padre de Amor que creo este hermoso planeta. ¡Cómo podría Él luego imponer una voluntad que hace inclinar las orgullosas cabezas de los reyes, así como también las cabezas humildes de los peregrinos, bajo la superstición y la falsa creencia de que la imposición de castigo es la Voluntad de Dios! 

La Voluntad de Dios para todas las cosas creadas es el BIEN. Un padre humano, limitado alrededor como está con karma y una cierta cantidad de egoísmo, busca sólo el BIEN para sus hijos… una madre humana lo mismo. 

La humanidad debe llegar a entender que la decadente carne, los sentidos equivocados, los altibajos de la vida, los titubeantes pasos, son resultados de causa fijadas por ellos mismos a través del uso del libre albedrío en pensamientos, sentimientos, palabras habladas y acciones que, a través del cumplimiento de la Ley del Círculo, retornan a sus creadores por redención y no colocan ante el Trono del Todopoderoso la responsabilidad por los crímenes individuales y colectivos, nacionales, internacionales y planetarios, que vuelven por redención. 

Es el Divino Edicto que todos los hombres puedan convertirse en Maestros de Amor en su verdadero sentido y recordar que no hay corriente de vida en todo el Gran Universo de Dios que no sea de alguna forma un Dispensador del Divino Elemento del Amor. 

El Morya

 

 

 

 

 

 

 

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