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La Presencia de Dios Está Esperando

Kuthumi

Agosto, 1953

La Presencia de Dios Está Esperando – esperando la oportunidad de servir a través tuyo y a través mío. El hermoso, amoroso, todo poderoso Padre de Vida permanece en una constante actitud de escucha, para que, cuando sea llamado, pueda responder en un ímpetu de su Poderosa Presencia a través de los instrumentos creados y preparados por Su Amor, como el Cáliz de Su Ser. 

Amados Hijos del Padre, si pudieran vuestros ojos ver la inminencia de esa Santa Presencia, cuando vuestras inocentes formas se levantan de sus camas y colocan los pies sobre el sendero del día, podrían entender la descortesía del ser externo en dejar a esa Presencia esperando, y, ante la presión de cosas no importantes, algunas veces pasa un día, una semana, o un tiempo de vida, y la Presencia de Dios está aún esperando la oportunidad de colmar vuestra copa con Gracia, con Paz, con Sanación. 

Temprano, en mi propia experiencia terrenal, aprendí sobre esa Poderosa Presencia sobrevolando sobre mi insignificante ser externo con el amor de la Santa Madre por su bendito hijo, y entendí que el tierno cuidado de María por el infante Jesús, era sólo una limitada expresión del amor del Padre por mí y por todos los hermanos y hermanas que, como hormigas, corrían sobre sus propios senderos creados de miseria e infortunio. Así, yo disfruté la bendición de elevar mi alma, mi corazón, mi ser, hasta ese siempre presente encarnado Amor – la Presencia de Dios -  Quien estaba esperando – esperando mi pensamiento, mi llamado, mi silenciosa invocación para que Su Mayor Sabiduría pudiera imprimir las huellas que dejaban mis sandalias… y así fue que me convertí en un “hermano de Paz” (San Francisco de Asís). 

Un día, mientras la Presencia de Dios colmaba mi Copa con el Poder Sanador de Su Gracia para aliviar las heridas de las batallas de la humanidad, mi gozo ante este privilegio fue tan grande que mi corazón casi revienta sus ataduras, mientras Yo aceleraba mis alados pies para llevar la Copa a aquellos que estaban sedientos. Así cada mañana se volvía un nuevo gozo, porque la Presencia de Dios siempre tenía algo exquisito, un particular regalo para los hijos del hombre, y Yo, muy humilde e indigno entre ellos, con las manos sucias y el alma sombreada, les podría llevar esa Copa. Mi vida se volvió un éxtasis y una gran paz descendió sobre mí, porque mi exaltación estaba bañada con la fragancia del Amor y su emanación era una felicidad que llegaba del Mensajero de Dios. 

En los cuentos que se dicen, han reunido una gloria alrededor del nombre de “Francisco”. Repetidamente encontrarán que la Presencia de Paz fue una fuerza más poderosa que las armas o el rencor, o el poder o lo correcto, porque la Presencia de Dios, siempre esperando, desea sobre toda las cosas establecer la paz en los hijos del hombre – en sus atribulados corazones – en sus agitadas mentes – en sus torturados cuerpos, y así, donde quería que la paz prevaleciera, Yo sabía que la Presencia de Dios estaba esperando con Manos extendidas, para verter paz, si así lo invitábamos. Yo sabía, cuando llegaba al lado del lecho del enfermo, ante la presencia del “poseso”, que – largo tiempo antes que Yo hubiera llegado - la Presencia de Dios ante el afligido ser y yo mismo, estaba esperando, sobrevolando sobre el suplicante, como la Madre del Cristo sobre Su Hijo y Yo simplemente reconocía esa Presencia y desde Ella fluía la respuesta a la particular necesidad del momento. 

Y así, mis Hijos, prosiguiendo a través del velo de la experiencia humana, recuerden – cuando vuestros pies caminan el suelo cada mañana – que la Presencia de Dios está esperando y quiere liberar la respuesta al particular requerimiento – si ustedes eligen aceptar esa Presencia e invocar Su ayuda.

Hoy, mientras leen estas líneas, la Presencia de Dios estará esperando para bendecirlos, a cada uno, con la plenitud de la “Paz que sobrepasa todo entendimiento”, y Yo INVOCO esa Presencia para colmarlos ahora con esa Paz.

Kuthumi

 

 

 

 

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