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A lo Largo del Sendero

La Llegada del Señor Miguel, el Arcángel

Por el Amado Thomas Printz

Setiembre 1964

Cuando Dios Padre-Madre, dio al cuidado del Gran Elohim la responsabilidad de crear un globo habitable, sobre el cual ciertos espíritus inteligentes pudieran evolucionar a la Divina Perfección, los Elohims desde sus propias Luces del Corazón proyectaron los Rayos convexos que formaron una cuna o matriz para la Tierra. Donde estos Rayos Masculino y Femenino se encontraron, fue formado el Átomo Permanente para la Tierra. Este átomo contenía dentro de sí mismo el magnético poder por el cual la Universal Sustancia de Luz fue atraída hacia esta forma esférica y, con la cooperación de los Constructores de Formas, los Devas de la Naturaleza y los Directores de las Fuerzas de los Elementos, el mar, la tierra, la atmósfera llegaron a ser con el Fuego Cósmico que todo lo interpenetraba. 

Un Día Cósmico, el trabajo de la creación fue completado y los Elohims hicieron saber al Sol que el planeta Tierra estaba listo para habitar. A tres distintos tipos de vida Inteligente se les dio la oportunidad de desarrollar su Divina naturaleza en esta pequeña estrella… los Ángeles, los Hombres y los Elementales, cada uno contribuyendo de alguna forma al bienestar y progreso del otro y a sus combinadas fuerzas de vida les fue ordenado entretejer el puente espiritual para enlazar la Tierra con el Corazón de Dios. 

Como bondadosos y amorosos padres se prepararon para la llegada del tan esperado hijo ante el advenimiento de un infante sobre el plano Tierra, así los Divinos Padres se prepararon para la tutela, sustento y protección de las vidas en evolución que fueron llamadas para poblar esta Estrella. 

Para cuidar y nutrir la naturaleza espiritual de la humanidad y ayudar a desarrollar la Chispa Interna de Divinidad dentro de la Llama de Conciente Maestría, la Hueste Angélica fue enviada a la Tierra, para permanecer al lado de la humanidad, irradiando el Amor, la Fe y la Voluntad del Padre.  En la atmósfera y aura de la evolucionante Divina Conciencia en todo ser humano, la Hueste Angélica estaba bajo la dirección de los Siete Grandes Arcángeles que llegaron desde el Sol Central de nuestro sistema y moraron en nuestro Sol físico hasta que los Elohims hubieron preparado los planetas que estaban a cargo del primordial y no formado Cuerpo de Luz de Dios. 

A la Hueste Angélica, a través de la asociación con la Humanidad y el Reino Elemental, se le prometió que ella a su vez, podría obtener el estado de Arcángeles y convertirse en Poderosos Guardianes en los sistemas de mundos no nacidos de la conciencia de futuros Señores Solares. 

La Divinidad cargó el dirigido Rayo dentro del Átomo Permanente que debía ser el magnético poder sostenedor dentro de su órbita, de las corrientes de vidas destinadas a evolucionar sobre el Planeta. Los Grandes Devas de la Naturaleza de cada montaña, mar y plano vivificaron la Ola de Vida a través de los abundantes y verdes regalos de la naturaleza a la espera de la llegada de la humanidad. 

La Hueste Angélica estaba, visible y tangible sobre la superficie de la Tierra, mirando hacia las abiertas Puertas del Cielo, y el Primer Rayo, en una explosión de Música Celestial, se extendió por los Cielos con su amoroso azul  y luego formó un radiante Sendero desde el Corazón del Sol hasta el planeta Tierra, sobre el cual pudieron descender dignamente en encarnación los primeros hijos de los hombres. 

Luego, ante los ojos de los silenciosos testigos y visitantes de otros Planetas y Sistemas, apareció en las Abiertas Puertas del Cielo, la presencia del Príncipe de la Hueste Celestial, el Señor Miguel, el Arcángel, usando la Corona de la Inmortalidad, investido en la Luz del Sol Central desde cuyo seno había llegado para cuidar y guiar a los hijos de la Tierra a través de los siglos de experiencia de vida aún a llegar. 

Ante esta Presencia, la misma Tierra comenzó a cantar su Canción Cósmica, la Hueste Angélica vertió su plegaria ante la llegada de su Señor, los Devas y Constructores de Forma se unieron al Himno Espiritual con sus armónicos tonos majestuosos y los hermanos Planetas de nuestro sistema se sumaron a la sinfonía de sonido celestial. El Arcángel Miguel, hijo del Rey de Reyes, el Ángel de la Resurrección de Divina Naturaleza en Ángel, humano y  elemental, vino a confirmar el seguro retorno de cada hijo de hombre, cada Ángel, cada elemental al final del Día Cósmico.

Thomas Printz

 

 

 

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