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Las Cartas de Shamballa
VOLUMEN 6, Número 12 Marzo 20, 1984
El Maha Chohan
Yo desearía explayarme de vez en cuando sobre el estudio de conciencia que
estamos presentando.
Permítannos referirnos a la gran Sala de
los espejos de Versailles, en los cuales fue reflejada toda la gloria de la
corte francesa y su belleza amplificada una y otra vez por el reflejo en sus
espejos y de acuerdo con el sujeto dentro de la sala fue la reflexión placentera
o de otra forma.
Ahora, el hombre se para exactamente en esta misma relación ante el mundo de
maya que es como un gran espejo que lo rodea y a quién o qué él entretiene en su
conciencia es reflejado y amplificado en el mundo de maya a su alrededor. Si él
piensa sobre, digamos, un animal adentro, esa forma debe reflejarse fuera, de la
misma manera que un individuo podría encontrarse reflejado, o si él pudiese
hacer caminar a un animal a través de esta sala él podría ver miles de esta
forma reflejada sobre las paredes en panel. El hombre tonto podría romper los
espejos con fastidio o molestia por ese reflejo, pero el hombre sabio sacaría al
animal de la sala y colocaría en su lugar alguna exquisita estatua, u otra
expresión de elevante belleza que pudiera ser reflejada en toda su hermosura
sobre cualquier pared y amplificada por miles para incrementar la belleza
inicial de su expresión.
Campear (to champ) y enfurecerse con las apariencias con que el individuo está
rodeado es tan tonto como romper un espejo para destruir el reflejo de algo que
que uno no elige mirar, porque el objeto original permanecerá cuando el espejo
sea restaurado en exactamente la misma forma que fue antes y durante el tiempo
en que el espejo estaba siendo roto.
Si el mundo de un individuo contiene desarmonía, limitaciones o cualquier
manifestación que no sea placentera, a través del Fuego Sagrado la conciencia
interior debe ser purgada así como ustedes barrerían un cuarto para limpiarlo de
cualquier cosa que no quisieran reflejar o amplificar en un espejo. Cuando hayan
aprendido la lección dada hoy podrán convertirse en maestros de vuestro mundo y
todo en él, en el proceso de un breve tiempo de silente contemplación.
Vuestro co-servidor
Pablo