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Las Cartas de Shamballa

 VOLUMEN 20 Número 40                                                                                                                          Octubre 1, 2001

Mis queridísimos amados chelas:

 

Primeramente, permítanme comenzar diciendo que Yo y quienes residen en los planos superiores reconocemos la tremenda pena y pesar que ha llenado los corazones y mentes de ustedes y de los muchos hermanos y hermanas en la familia humana desde el Once de Setiembre de este año. Inmediatamente después de los eventos, ilimitado número de la Hueste Angélica, liderados por el Arcángel Miguel, inundó la Tierra, llenando especialmente la isla de Manhattan y el Capitolio de América para asistir no sólo a aquellos que fueron tan inesperadamente sacados de sus formas físicas, sino también a aquellos que deben y quieren permancer en la Tierra. 

Sin excepción, todas y cada una de las corrientes de vida, en o fuera de encarnación, fueron tomadas en los amorosos brazos de los ángeles de su personal grupo de tareas y  envueltas en el amor, confort, fortaleza, compasión y paz de Dios, haya sido sentido o no en ese momento. Y, amados, este campo de fuerza continuará pulsando dentro del aura de todo y cada ser humano mientras ustedes hacen lo mejor que pueden para recuperarse de esta tragedia. 

La bendita Señora Kwan Yin ha dirigido a todos los miembros de su Corte para salir en ayuda y entrar en todos y cada uno de los hogares en los que la familia ha sido directa o indirectamente afectada, y ellos permanecerán todo el tiempo que sea necesario, encendiendo las llamas de misericordia, compasión, perdón y trayendo confort a los individuos que viven allí y a aquellos que entren en esos hogares por cualquier razón. 

Además de las actividades de todos estos grandes seres y poderes de Luz, el Cuerpo de Luz ha sido totalmente activado en, a través y alrededor de la Tierra y así permanecerá durante todo este tiempo. Yo los invito a todos y a cada uno de ustedes a que busquen un tiempo, ya sea unos pocos momentos, una hora o más, para sumar cada día vuestras energías a la tarea ahora a mano. 

En cualquier momento que  sientan la necesidad de la directa asistencia de cualquier ser ascendido, comiencen la oración invocando primeramente al particular Señor o Señora del Cielo y luego pídanle: “hazme un instrumento de tu…” y atraigan su particular regalo o bendición hacia vuestra vida o a las vidas de aquellos alrededor de ustedes. Nosotros estamos aquí, amados seres, así como hemos estado siempre. ¡Llámennos! 

Maestro Kuthumi

 

 

 

 

 

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