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Visualización

Sentados confortablemente en la silla favorita y habiendo completado los trabajos del día, desean entrar en la paz y el silencio del momento. Intensificando el Manto de Luz y habiéndose purificado de cualquier negatividad del día, miran la puesta del Sol. Dentro de él ven una chispeante Luz Violeta, nada que hubiesen visto antes.

Concentrándose en esta Luz, cierran los ojos y respiran suavemente. Con la vista interna ahora ven el origen de la misma. Dentro del plano etérico del planeta, hay un magnífico Templo circular, hecho totalmente de pura Amatista. Como un faro él resplandece y envía brillantes rayos de Luz a todos los rincones de la tierra para todos los que lo vean.  

En la cima de la cúpula del Templo ven una bella figura. La reconocen como la amada Santa Amatista. Dentro de vuestro corazón sienten que los saluda. Los invita a adelantarse y entrar al Templo, mientras sus puertas se abren ampliamente en bienvenida. De inmediato sienten el gran amor de la Santa Amatista, como una poderosa avalancha de Fuego Violeta, rodeando completamente cada fibra de vuestro ser. Permanecen centrados en este Amor mientras son bañados en su tibia, purificadora Luz. 

Mirando hacia el centro del Templo y ante ustedes, ven el altar con una Llama de Fuego Violeta que resplandece desde su centro. No son advertidos por alguno de los seres dentro del Templo mientras silenciosamente van a su trabajo. Observándolos por unos pocos momentos saben que acá no hay necesidad de palabras. Ellos se comunican a un nivel diferente. Ustedes sienten el amor de uno por otro y la total armonía y paz que moran dentro de los grandes muros de este sagrado lugar. 

Notando las hermosas togas de profundo púrpura real que cada uno usa, de repente entienden que estos seres son los Sacerdotes y Sacerdotisas de la Orden de Zadkiel. Ellos continuamente invocan, sostienen y proyectan la propia esencia del Fuego Violeta para la Tierra. 

Vuestra atención es atraída hacia un ser parado ante el altar y se dan cuenta que es el Arcángel Zadkiel y Él se da vuelta para saludarlos y darles la bienvenida. Cuando lo hace se dan cuenta que están ahora vestidos con una hermosa toga púrpura similar a la que están usando los demás. 

En este momento, algo se despierta dentro de ustedes. Saben que ya han estado aquí y que han hecho este trabajo antes. Ustedes pertenecen a esta gran Orden y saben que son bienvenidos al hogar por todos los seres que hay allí. Sintiendo una felicidad que no han sentido en un largo, largo tiempo, reconocen y recuerdan con los otros asistentes. Después de un tiempo se dan cuenta que conocen a algunos de estos seres, no como sacerdotes y sacerdotisas sino más bien como algún familiar, amigos y asociados de negocios. Algunos de ellos son gente con quienes trabajan en la superficie del planeta y ellos también los reconocen. 

No dicen nada pero cada uno ha tomado este conocimiento mientras se preparan para dejar el Templo. Mientras caminan a través de las puertas y salen, ven el sol – que se prepara para despertar a la gente en la superficie de vuestro planeta. Diciéndose adiós unos a otros y sintiéndose envueltos en paz y alegría, cierran los ojos. Al abrirlos están de regreso en el lugar donde comenzó el viaje, sintiendo profunda gratitud por la visión que han recibido.

 

 

 

 

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