Los cambios de la conciencia humana, consecuentemente las filosofías y métodos de educación que eran suficientes en una era probaron ser inadecuadas en la próxima. Los más sensitivos al nuevo orden se volvieron sus pioneros, delineando el rumbo de la más próspera vida; los menos progresivos, temiendo la innovación, intentaron impedir nuevos movimientos. Nosotros estamos en este momento, en uno de estos períodos de transición, construyendo un puente, por así decirlo, desde lo viejo hacia lo nuevo. 

Durante este tiempo de cambio muchos se descarrían; están deseando admitir que  enfrentan inusuales  problemas; ellos sienten lo inadecuado de su presente sistema; ellos ven la necesidad de alguna clase de revisión, pero invariablemente intentan regular la nueva situación mediante métodos con los que están ya familiarizados. Es similar a poner  “nuevos parches” en una muy gastada vestimenta – hasta que el mismo tejido se deshace y necesariamente hay que crear un material superior  que sea usable. 

¿Ahora, cuál es el ideal de futuro hacia  el cual lo más agudo de nuestra atención  es dirigido? Ese ideal es la plena perfección de las cualidades similares a las de Dios, inherentes a cada Individuo. Lo que necesitamos hacer es entender que somos realmente  de Dios. De la fábula y leyenda podemos haber construido esos “dioses” que son efímeros fantasmas urdidos por una igualmente fantasmal imaginación. En realidad “dios” es una forma abreviada de “bien”. Eso es todo– constructivo, positivo, permanente bien. Dentro del individuo yacen todos los elementos necesarios para hacer un “dios” de un ser humano. Es porque estamos manifestando menos que el “bien” del que somos realmente capaces, que permanecemos vestidos en la ahora raída vestimenta, más bien que estar vistiendo la “divina” vestimenta,  símbolo de nuestra verdadera identidad. 

Nuestro sistema filosófico educacional, hasta ahora, ha compartido más con lo que parecemos ser, más bien que con lo que realmente somos, con efectos, no causas; con el individuo como un cuerpo encerrando un espíritu, más bien que un espíritu vistiendo un cuerpo. La necesidad de enfatizar el cambio necesariamente debe ser desde la forma hacia el espíritu. Mientras la conciencia humana evoluciona, el espíritu demanda reconocimiento y expresión. Aunque la esencia de la propia vida esté envasada en carne, es esa esencia  la que deberá manejarse exitosamente con la cultura en el futuro inmediato. 

A pesar de nuestra instrucción del pasado y no debido a ella, la historia ha estado repleta de ejemplos de espíritus ardiendo a través de los cristalizados patrones de pensamiento del día, desafiando la objeción de la masa, expresándose por lo que realmente es – aunque la forma trajera el experimentar la pira, la horca o la cruz. 

Los individuos a través de quienes se expresa el espíritu más plenamente son más tarde reconocidos como genios, ya en el campo de la investigación, filosofía, gobierno, ciencia, arte o religión. Ellos han concretamente manifestado verdades llegadas a través de la percepción, más bien que meramente memorizando hechos ya incrementados por la razón. Ellos han penetrado en ese reino interior, manifestando sus bendiciones para beneficio de la humanidad. 

Todos los individuos son genios en embrión de una u otra clase – no obstante las actuales apariencias en contrario. El Maestro Jesús enseñó cuando dijo, “Estas cosas que Yo hago, ustedes también harán, y aún mayores.”  Por muchos años hemos mirado sus enseñanzas como verdades triviales a ser leídas más bien que posibilidades a ser logradas. De ahí, hemos permanecido en nuestras humanas limitaciones más bien que ser en el diario vivir lo que debiéramos haber parecido ser – “dioses”,  creados a Imagen y Semejanza Divinas. 

Será el privilegio y obligación de las instrucciones en años inmediatamente a venir, restaurar a la humanidad a su estado anterior – para traer el pródigo hogar – ayudándonos a entender y desarrollar estos Divinos atributos.

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